lunes, 20 de mayo de 2013

la crisis

La crisis del escritor es la más temida. Un escritor en crisis es un escritor que aparte de no producir nada, no expresa nada, no libera nada y no siente mediante sus propias letras lo que le acontece.
Personalmente, temo feacientemente a la crisis. Me costó tanto aprender a liberarme mediante las letras en este simple blog que no podría imaginar no volver a escribir nada más. Sobre todo, aumenta mi nerviosismo, porque veo que acontecen cosas, que pasan penas, que río incesantemente, que vivo cosas nuevas, pero mi imaginación está dormida.


 Hibernando, hace ya muchos meses. 


Escribir esto, claramente no cuenta como una salida de la crisis. Estoy recién en el pre-operatorio de mi mente, ese minuto en el que hay que hablar los últimos detalles con el doctor para planificar bien qué se hará al interior de esta cabeza llena de emociones sin liberar. 
No hay nada peor que la sequía. Cualquier sequía. Para mi, la más terrible es la sequía de ideas. Cuando material hay, material en bruto y no soy capaz de explorarlo, conocerlo y explotarlo para contarlo y compartirlo mediante mis escritos. Y no es que me sienta en deuda con nadie, solo me siento triste conmigo misma porque no soy capaz de sentarme en soledad un minuto y forzarme a mover mis manos para poner algo en el papel.
Alguien hace poco me dijo que no había nada peor que dejar que "la imaginación fluya y llegue cuando tenga que llegar". Yo solo me reí. Pero claramente, tenía razón. Si pretende el escritor vivir de esto no puede pretender esperar esternamente el "atacaso artístico". Esta es nuestra herramienta, este es nuestra terapia, nuestro desahogo, pero también es nuestro trabajo y nuestra forma de vida. 
Forma de vida que si no se desarrolla correctamente no va a llegar a ninguna parte; como un vegano que se de ciertas pequeñas libertades. 
Temo la crisis y en vez de expresar mi temor en palabras lo expreso en lágrimas; cientos de lágrimas que corren por mi cara como un niño chico que se cae fuerte al suelo y le duele. Porque duele, duele el alma, duele el pecho porque no aguanta más. 
No hay nada peor que una crisis, nada. No hay nada peor que caminar en la tormenta sin paraguas y sin lugar techado para llegar. No hay nada peor que llorar sin entender y angustiarse hasta no poder respirar.

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