sábado, 30 de noviembre de 2013

a veces cuando tengo hambre me como una olla y escribo algo

es tendencia natural del homo sapiens común hacer una mirada hacia atrás y evaluar, analizar, meditar sobre los hechos acontecidos durante el año que ya está por acabarse, NADIE SE SALVA de esta práctica que emana frases de autoayuda y compasión, de cumplidos y auto-halagos por las metas cumplidas

y yo, soy la regla, jamás la excepción

estuvimos tantas tardes 
tirados medio muertos arriba del sofá
tomando agua
a veces agua con azúcar y limón
viendo el tiempo pasar delante de nuestros ojos
reímos quinientas veces de las mismas cosas
y a veces, teníamos hambre y nos comíamos una olla

como pegados viendo la tele
regalando nuestro tiempo a las banalidades inherentes al hombre
repartiendo sonrisas, regalando discusiones
viviendo el día a día como si fuera un día más

estuvimos ahí parados
afuera de una atmósfera tratando de sacar conclusiones adelantadas
tratando de analizar, de entender
entregamos energías y a veces no canalizamos las que recibimos a cambio
escuchamos una sencilla melodía de grillo
miramos las luces encandecentes de la capital
que no permiten que la noche sea oscura y que la luna resplandezca 

subimos a lo más alto de un cerro
metimos los pies al mar y a la caca de perro
tomamos lo intomable
fumamos té de boldo
nos inyectamos ilusiones de días de más risa

y a veces ganamos
porque logramos que nos escucharan
porque quedamos con esa sensación de poder de ganar una discusión idiota
porque por un día completo la frene la tuvimos en alto

y perdimos
- nadie no pierde nada -
algunos perdieron la inocencia, algunos perdieron oportunidad
otros solo perdieron la cabeza
y aquí estamos
esperando nada, dándolo todo - o casi - 
lamentándonos siempre de las mismas cosas
y llorando siempre sobre el piso lleno de leche