miércoles, 11 de julio de 2012

Una reflexión al final del semestre

Siempre te dicen "la universidad es demasiado diferente, muy entretenida", absolutamente cierto. El colegio, sinónimo de represión, reglas estúpidas, uniforme, clases que no te interesan, horarios establecidos hasta para ir al baño, por fin se acabó. Dejé atrás a muchas personas que quiero mucho; compañeros, auxiliares, profesores que nunca voy a olvidar, pero sentí un alivio enorme por poder dejar de comportarme como me obligaban a hacerlo. Varios profesores me tildaron de anárquica por hacer siempre lo que quise, pero dentro de todo igual me esforcé por ser relativamente buena alumna.
El 6 de marzo, día antes de entrar a la u, fue uno de los más nerviosos. Entraba a un lugar nuevo, que queda lejos de mi casa y de los lugares que frecuento, me tenía que ir metro, despertarme mucho más temprano porque es un pique de 1 hora. Caminé las 3 cuadras de Los Héroes hasta Vergara 240 tiritando de nervios con la música al máximo para distraerme un poco. Entré a una sala extraña llena de gente que en mi vida había visto, me dieron un horario diferente para cada día y conocí las famosas ventanas, que pueden ser muy útiles para estudiar o invertir un poco de tu tiempo, pero fueron simplemente una instancia para conversar sin parar con los que después de 4 meses de conocernos, declaro mis amigos.
Todo es tan diferente. Te rascas con tus propias uñas, si entras bien, si no .. bien también, eres libre de fumarte un cigarro en el patio, de tomarte una coca cola en clases, de salir al baño cuando se te antoje. Cosas que suenan muy normales, que uno hace en su casa, pero que en el colegio no te permitían.
Aprendí muchísimo. Muchos conocimientos nuevos. Aprendí materia, aprendí a escribir (proceso laaaargo que nunca se detiene, está claro), aprendí de las experiencias de mis compañeros, aprendí a tolerar, aprendí a ser responsable y a hacer las cosas por gusto.
Trasnoché, pasé de largo, madrugué, salí de mi casa cuando todavía era de noche y, a pesar de alegar por facebook todo el rato, lo hice feliz. Está en mi esencia alegar por TODO, lo sé. 
Me leí muchos libros, muchos ensayos y textos, redacté pruebas y trabajos. Conocí gente, conocí más el centro de Santiago. Me hice amigos y tengo nuevas personas a quienes admirar.


El miedo de haberme equivocado de carrera o de universidad quedó atrás. Amo mi carrera y no me canso de decirlo, amo mi universidad, sobre todo por la variedad de gente que se encuentra no sólo en la carrera, sino en la facultad completa, amo la libertad de pensar lo que se me antoje y poder decirlo sin pensar en el qué pensarán mis compañeros. Siento que cada libro que leo me hace más culta, siento que mi capacidad de entendimiento y problematización de las cosas es cada vez más profundo. Este es mi lugar, acá de verdad pertenezco. No tengo ninguna queja, sólo dar gracias a mi familia que me apoyó en estudiar una carrera que es bastante fuera de lo común, agradecer a mis nuevos amigos por estar siempre ahí, pendientes, con una risa o un consejo, agradecer a mis profesores que me enseñaron muchísimo en tan poco tiempo y agradecer a la gente que está feliz por mi.


Salgo de clases agotada física y mentalmente, pero con nuevos conocimientos, nuevas perspectivas, una biblioteca que cada vez se amplía más (orgullo máximo), nuevos amigos y un nuevo segundo hogar.

1 comentario: