lunes, 24 de junio de 2013

cuanto más?

Después de descargarme con rabia la vez pasada, me quedaron dando vuelta mil ideas en la cabeza. Pero una de ellas latía más fuertemente y me llamaba más la atención.
Esa idea que revoloteó varios días en mi cabeza no deja de impactarme y parecerme terriblemente impresionante. El hombre, el ser humano, es realmente malo y cruel, pero hay otro lado de la historia. Cuanto mal, cuanto dolor y angustia, cuanta tortura psicológica puede aguantar el hombre.

Somos una raza mala, también extremadamente masoquista. Esta característica se da principalmente en las relaciones amorosas, también en las familiares y amistosas. Pero cuánto somos capaces de aguantar por seguir teniendo cerca a un ser querido, a un amor, a un amigo. Tenemos la capacidad de cambiar las cosas que a los demás les molesta, podemos ceder, dar espacio, y aún hacerlo cuando no recibimos absolutamente nada a cambio, si no recriminaciones, retos, malas actitudes y pasadas a llevar.

Aguantamos tantas cosas y sufrimos en silencio, sin hablar con nadie, porque si llegamos a hablar la otra persona queda mal parada, la gente deja de entregarle cariño y aquel que sufrió y habló es el gran culpable de que la vida del otro sea tan miserable.
Los niños aguantan el bullying, las adolescentes aguantan la presión social de tener un cuerpo determinado y cierta ropa de moda, los jóvenes aguantan malos tratos de sus pares, todos aguantan presiones de pareja, aguantan peleas, faltas de respeto, desconsideraciones.
Claramente, nadie es un santo, todos somos victimas y victimarios, el problema surge cuando ya es un acto consciente y no se hace nada para remediarlo. Porque está mal ser un hijo de puta y aprovecharse de la debilidad ajena, pero también es incorrecto darse cuenta de que estás siendo manipulado y maltratado y no parar los carros, cortar la mala energía.
Pero esto no va a cambiar nunca. Porque el hombre, así como sabe que no debe matar, que no debe ser infiel, que debe respetar a sus padres, tiene el mal inscrito, porque como raza siempre hemos querido dominar, ser mejores, ser más fuertes, más racionales, más inteligentes y para eso usamos a los demás y trepamos por sus hombros para superarlos. El hombre cambió el paso natural de la evolución, el hombre creó el castigo, el hombre dejó de lado la selección natural por una selección supérflua basada en el físico, el hombre creó las dictaduras, el sistema, los holocaustos, las guerras. 
Lo que sí puede cambiar es la conciencia de la "víctima", porque si somos una raza tan inteligente como para inventar la pólvora, las vacunas y la electricidad, es IMPOSIBLE que no seamos inteligentes como para frenar una situación desagradable, incómoda e hiriente.
Hay que abrir los ojos y, corta y fome, parar los carros; porque a pesar de que todos podemos ser victimarios, nadie merece sufrir por el hambre de poder y superioridad de otro.

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