lunes, 20 de agosto de 2012

Una historia de .. amor?

Llevaban discutiendo hacía más de una hora. Gritaban. Él debatía, ella soltaba una lágrima de vez en cuando y miraba el suelo. Frustrada. Ya no se atrevía a mirarle a los ojos, le había dicho lo que no se había atrevido en meses, quizás años. Él no quería entender, seguía firme y obtuso, cerrado en lo que pensaba.

Tras un silencio que pareció eterno se miraron. Se dieron cuenta que aquella misma pasión con la que discutían era la que los unía tan infinitamente. Aquella pasión que hacía que sus corazones ardieran cuando se acercaban.

Una mirada. Una mirada que cambió el panorama en 180 grados. Se abrazaron como si fuera el último día de sus vidas, casi agotando la respiración del otro, se miraron de nuevo y se dieron un beso. Un beso que les quitaba el aliento, que los hacía sentirse vivos, que los hacía recordar cada minuto juntos, cada razón que los enamoraba al uno del otro.

Pasó la noche entre abrazos y lágrimas, bastaba sólo con que ella mirara sus ojos para calmarse. Bastaba sólo con que él le susurrara al oído para que todo volviera a valer la pena.

Mirando la luna por la ventana, contando cada estrella, con un beso en el oído, un te quiero y una caricia se quedaron dormidos. Yacieron ahí hasta la mañana siguiente. Un nuevo amanecer en el que nada de la discusión tenía sentido. Dónde se amaban más que nunca en sus vidas, dónde entendían que se necesitaban el uno al otro y en la que decidieron no separarse nunca más porque no existía nada más valioso que esa relación que compartían en la que todo era felicidad, amor, pasión, música y letras. 

Era como una droga adictiva. Él no la podía dejar, ella no podía resistirse. No soportaban estar separados, no querían nunca que llegara el minuto del adiós. Se conocían como si fueran uno, se conocían como nadie más nunca podría conocerlos. Él exploró cada rincón de su corazón, ella bajó la guardia y dejó que él ahondara infinitamente en su forma de ser. Ella no tuvo que explorar, ya sabía. Siempre lo supo, desde el minuto en que realmente miró por primera vez a aquel hombre que cada noche le quitaba el sueño y que cada día la hacía ser la más feliz.

Era como una droga adictiva, pero una que no hacía mal, que no dañaba, que no destruía. Era amor puro. Era filosofía, religión, matemática e historia. Era ternura y corazón. Era como si realmente estuvieran hechos para pertenecer juntos por el resto de la eternidad bajo la luz cálida de la luna primaveral.

Era amor? ...



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