miércoles, 13 de junio de 2012

Gracias por matar a Bin Laden


En 3 días se cumplían 10 años del accidente, ese día de mierda en el que perdí a mis viejos. 11 de septiembre del 2001. Bin Laden es un hijo de puta. Estaba triste, bajoneado, no quería nada con nadie, mandé a la cresta a todo el mundo. Además de sentir pena, era el primer aniversario que me sentía tan solo y tan impotente, los he extrañado tanto…
Iba caminando por la calle y vi un afiche. “Kill Bin Laden. Memorias del 11-S”. Me estremecí. Era algo como un documental, querían llevar al cine una recreación de la muerte de este imbécil y finalizar con testimonios de sobrevivientes y familiares de los fallecidos ese día. Pensé en qué diría si me entrevistaran; que me sentía solo, que echaba de menos a mis papás, que tuve que hacerme cargo de mi familia, que perdí el rumbo, que tuve que crecer rápido y ponerme a trabajar para mantener a mis hermanos. ¿Cuántos estábamos en las mismas?... muchos, lamentablemente.
La película se estrenaba el 12 de septiembre y las entradas a la avant-premier estaban agotadas hace casi un mes, pero me acordé de la flaca, una amiga del colegio que trabajaba en el estudio donde hicieron las grabaciones. Agarré el teléfono y la llamé al tiro, ella me había ayudado mucho con la muerte de mis papás así que sabía que me iba a dar alguna solución.
-         ¿Aló?
-         Hola Mary, ¿Cómo estás?
-         ¡Alex! Necesitaba escucharte, no hablamos hace mucho. Yo estoy muy bien, ¿y tu?
-         Tranquilo, con harta pena igual, pero bien a fin de cuentas. Oye flaca, ¿tú me podrías conseguir una entrada para la película?
-         Justo te iba a mandar un mail cuando llegara a la casa, te tengo guardada una entrada. Vamos a ir juntos y después vamos a ir a comer algo, ¿te parece?
-         Muchísimas gracias, amiga. Sabía que podías ayudarme con esto. Te paso a buscar lunes a las 8. Te quiero.
Corté el teléfono.  ¿Tan fácil me estaba saliendo todo? No lo podía creer, después de años de que hasta peinarme en las mañanas me costara un mundo había conseguido entrada, acompañante y comida con una sola llamada. No logré dormir esa noche, estaba nervioso, ansioso, feliz, pero triste, todo mezclado.
         Llegó el domingo 11. Solo me acuerdo de que salí, me fui al bar de la esquina lleno de lágrimas en los ojos. Me senté al fondo a la derecha en la mesa de siempre y me puse a tomar cerveza. Un pitcher tras otro, y otro, y otro.
         Desperté el lunes a las 9, maldita resaca. No sé como volví a mi departamento, no sé si pagué la cuenta, no sé ni cuanto tomé. Me levanté, me hice unas tostadas, tomé sal de frutas y dos tylenol para poder estar mejor en la noche. Me bañé, me vestí, ordené un poco. Había pedido el día libre, así que pude hacer todo con calma. Pensaba en miles de cosas, tenía un tornado en la cabeza (sí, igual al de la película en el que la vaca sale volando). Mis hermanos estaban bien, ahora vivían con la abuela, a mi no me daba el sueldo para mantenerlos, igual los veía todos los fines de semana y los sacaba a pasear de repente.
         Fui al Grand Zero a prenderle una velita a mis viejos y recé un padre nuestro. Estaba más tranquilo y me sentía mejor, así que me tomé un taxi y volví a cambiarme de ropa para pasar a buscar a la Mary.
         La flaca vive a una cuadra del cine, me estaba esperando abajo fumándose un cigarro cuando llegué, nos abrazamos fuerte y partimos caminando.
-         ¿Trajiste las entradas, verdad?
Sabía que las tenía, la memoria era algo que nunca le fallaba. Llegamos al cine en 3 minutos, nos acercamos a la sala, nos cortaron las entradas y fuimos a sentarnos. Empezó la película con la imagen de las torres cayéndose. Cerré los ojos y se me erizó la piel, la Mary me tomó la mano. Conté hasta tres y volví a abrir los ojos. Soldados buscando al hijo de puta, entrando en su casa y volándole los sesos (la poca materia gris que tenía). Alivio. Llegó la parte de los testimonios. Qué fuerte era todo, lloré como una niña y la flaca también lloraba, todos lloraban, era una conmoción conjunta.
         Salimos de la sala, todos se abrazaban, pero yo me sentía bien. Me descargué, boté todo, lo dejé todo en esa butaca llena de mocos aguados por las lágrimas. Agarré del brazo a la flaca y partimos al KFC. Conversamos de la película, le comenté que me había gustado, lo que me había producido. Ver una representación de ese asesino morir me calmó, quizás suena un poco sanguinario y sádico, pero así fue. Comimos todo lo que pudimos y nos fuimos al bar de la esquina de mi departamento, tomamos mucha cerveza, nos pusimos al día de nuestras vidas, no nos veíamos hace más de cuatro meses, seguimos tomando y al día siguiente desperté en mi cama con ella. La miré mientras seguía dormida, ella era la que me había salvado, la que me sacó del abismo en el que estaba. Ella curó mis heridas.
         Después de esa película viví mejor, estaba mas tranquilo, ya no lloraba y podía ir al memorial recordando lo bueno, no pensando en la ausencia de mis papás.
¿Cómo una película te puede cambiar la vida? No sé. Pero lo hizo, gracias director, gracias tramoyas, actores, fotógrafos, editores y todos los infinitos cargos que uno ni sabe que existen en las producciones de cine. Gracias por sacarme la mierda de adentro y por hacerme ver que tenía a una mujer increíble para mí.


         Han pasado dos meses desde que vi la película. Me ayudó, pero igual sigo un poco estancado. La misma pega de siempre que no me da tanta plata, sigo sin poder mantener a mis hermanos. Terminé con la flaca, no congeniamos como pareja, pero seguimos siendo amigos. Tengo para comer y tengo techo, me siento un poco vacío, pero en realidad… no, no me quejo.

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Nice day. Visa aprobada. Me encanta mojarme con la lluvia y así fue. No tuve clases y vi mi película favorita tapada con un chal.

PAZ

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